Las murallas de Dalt Vila, tal y como las conocemos hoy en día, se construyeron en el siglo XVI por orden de Felipe II. Éste era consciente de la importancia de Ibiza, tanto estratégica por su situación privilegiada en el Mar Mediterráneo, como por el valor de sus recursos, especialmente la sal ibicenca, muy codiciada por sus múltiples utilidades. Por esa época, la isla era azotada por constantes ataques de otomanos y piratas por lo que se emprendió la tarea de proteger como es debido a la ciudad.
Así fue como en una larga y compleja construcción se culminó la construcción de la ciudad amurallada conocida como Dalt Vila, bajo la dirección del arquitecto italiano Giovanni Battista Calvi. La construcción tuvo que solventar algunos problemas como la falta de roca para la construcción de las murallas, extraída en parte de lugares lejanos como Es Freus o de Atlantis. Actualmente, Dalt Vila constituye uno de los recintos amurallados con baluartes mejor conservados del mundo, y es todo un lujo pasear y perderse por sus calles.
Sin embargo, cabe decir que no se tienen apenas conocimientos de ataques a Dalt Vila tras su construcción. Se ignora si por el tiempo en que la obra fue terminada los ataques fueron cesando, bien por una disminución de los ataques de los piratas de la zona o por la expansión de los corsarios ibicencos. Aunque otro punto que puede quedar en el aire es la imposibilidad de atacar una ciudadela como Dalt Vila, aperentemente inexpugnable desde todos sus flancos con sus grandes murallas de roca.
Pero la historia de la Dalt Vila es mucho más antigua. Aunque a finales del siglo VII a.C. los fenicios que llegaron a Ibiza fundaron su primer asentamiento en Sa Caleta (también declarado Patrimonio de la Humanidad), no fue hasta y el siglo VI a.C. cuando se trasladaron a la bahía de Ibiza, desde entonces el núcleo de población más importante de la isla.
Encontramos hasta un total de cinco puertas de acceso a Dalt Vila, aunque la principal y de más bella factura es el Portal de ses Taules justo al lado del Mercat Vell o mercado viejo el cual continúa en funcionamiento. Una vez pasada esta puerta se encuentra el Patio de Armas, donde estuvo el primer mercadillo hippie de la isla, y tras este patio se encuentra la bonita Plaza de Vila con pequeñas tiendas y elegantes restaurantes, a partir de aquí se podrán elegir distintos recorridos para recorrer Dalt Vila.
Las otras puertas son el Portal Nou, una puerta situada en Parque Reina Sofía; las dos puertas situadas en Es Soto, una que nos lleva detrás de la catedral y la otra ante el Ayuntamiento; y el acceso a vehículos.
Conviene llevar calzado cómodo; el empedrado de algunas calles es algo resbaladizo y empinado. Aunque se puede acceder en coche, en verano el paso está restringido a los residentes. En verano, cuando el calor aprieta, es conveniente llevar una botella de agua fresca. En la mayoría de los restaurantes se debe reservar con antelación, sobre todo para cenar.
En Dalt Vila también se pueden encontrar propiedades mágicas que mantienen el encanto de su historia y te trasladan a otros tiempos. Claros ejemplos de eso son Sapphire y Loya, dos palacios del siglo XVII listados por Estela Exclusive Homes.